Yo confío en Negredo, por Fila 22. Basilio Garcia

Por circunstancias que ahora no vienen al caso, la Unión Deportiva Almería es uno de los clubes de fútbol que sigo con mayor atención. Más si cabe, desde que la ciudad del levante andaluz volviera a tener un equipo en Primera división tras 27 años. Es decir, toda mi vida.

Aquel verano arribó en Andalucía un delantero espigado, con futuro, pero joven e inexperto en la élite del fútbol nacional. Pero no tardó demasiado en erigirse como la referencia de un equipo que, entrenado por Unai Emery, hacía un fútbol demasiado bueno para lo que se le exige a un recién ascendido inmerso en la lucha sin cuartel de la permanencia. De hecho, en el primer partido en La Coruña ya marcó.
En sus dos temporadas en Almería, Álvaro Negredo dio buena muestra de lo que se le supone a un delantero de nivel. Existía una diferencia abismal cuando el equipo rojiblanco formaba con él en punta y cuando, por las distintas –y rigurosas- sanciones no podía hacerlo. Pero lo que importa aquí es cuando sí lo hacía. El fútbol de ese equipo dependía de él –y de Felipe Melo- y el vallecano solía responder. Arriba, como una isla, peleaba todo balón por alto para acabar corriendo como un poseso detrás de cada rebote. Caía a banda cuando era necesario, asistía –vean en youtube el Almería-Villarreal de 2009- con calidad, era el primero en presionar la salida del balón del rival y, de cuando en cuando, dejaba destellos de calidad y originalidad que le han convertido por derecho propio en el mejor jugador de la historia del fútbol almeriense.

Hoy, ya en Sevilla, se duda -diría yo que compulsivamente- de su capacidad un día sí y otro también sin concederle jamás el beneficio de la duda. Pero yo sé y he comprobado en directo y en el tiempo, las prestaciones del vallecano, y confío en que sea un referente en el ataque de los nervionense, tal y como lo fue en Almería. Y más ahora, en estos primeros partidos en los que el ex madridista se está convirtiendo sin duda en el mejor delantero del equipo de Álvarez. Le falta el gol, pero éste no tardará en llegar si persisten la lucha, chispa e inteligencia que está desarrollando el atacante en su juego. En Negredo, el Sevilla tiene a ese delantero que debe tomarle el relevo más pronto que tarde a los geniales Kanouté y Luis Fabiano que, desgraciadamente, no son eternos. Un futbolista de futuro que debe marcar una época en la vanguardia sevillista.

Por una vez ese relevo está en casa, sólo nos queda cuidarlo. Yo espero sentado con la certeza de que su nombre resonará cada domingo en el Sánchez Pizjuán y las gradas se poblarán de camisetas con su dorsal y nombre.

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