El 7 de febrero de este año, no hace ni nueve meses, Álvaro Negredo vivió una noche para olvidar que él aún recuerda como una enseñanza que se le ha quedado grabada. Aquella anochecida invernal, el vallecano salía al césped de La Romareda hipermotivado. Acababa de sufrir el famoso cambio con el que Manolo Jiménez enderezó el partido copero ante el Getafe, sustituyéndolo por Romaric; la afición local lo esperaba de uñas por su decisión de darle calabazas al Zaragoza; y tenía la ilusión de dar otra gran tarde de goles como la que protagonizó una semana antes con su doblete victorioso ante el Valencia. Pero todo eso, metido en un cóctel, produjo el efecto contrario: se marcó un gol en propia puerta, acabó expulsado por una niñería con Contini y el Sevilla perdió 2-1 frente al Zaragoza. Ahora vuelve al lugar de autos y arbitra de nuevo Muñiz Fernández. Pero es otro Negredo muy, muy distinto.
Actualmente, es el delantero más en forma del Sevilla, y no sólo porque, con sus siete tantos, sea el máximo artillero. Sobre todo por la generosísima actitud y la serenidad que muestra en cada partido. Por su trabajo en la presión, por enfocar los partidos como una guerra colectiva y no individual, por su generosidad para ofrecerse y mirar al compañero... Es como si fuera otro Negredo, pero es el mismo.
El propio futbolista reconoce ese cambio, cuando se le recuerda aquel aciago encuentro. "No fue una de mis mejores noches. En una falta me metí el gol en mi propia portería, y luego llegó la expulsión. Era otro momento, han pasado muchas cosas desde entonces y espero que todo haya cambiado; todo va de otra forma. Voy con muchas ganas de demostrar allí que sigo en la buena línea que está teniendo el Sevilla ahora", dice pasando rápidamente de lo individual a lo colectivo, sin darse importancia.
Su regreso a La Romareda se produce 270 días después del referido encuentro. No ha pasado tanto tiempo y parece que él mismo, que entonces vivió la primera de sus tres expulsiones, se haya dado la vuelta como un calcetín. La afición y la prensa coinciden en reclamarlo como el delantero más útil para el equipo, sobre todo fuera de casa. ¿Tanto ha cambiado en tan poco tiempo? "Yo creo que han cambiado muchas cosas. Ahora me están saliendo bien las cosas. Y no está entrando sólo la pelota, sino que estoy intentando dar asistencias, estoy intentando jugar más con los compañeros. Me siento mucho más cómodo en ese sentido y espero que todo siga bien", dice esperanzado.
Aun reconociendo su patente mejoría, con la que ha convertido las lanzas de las críticas con las que acabó el curso pasado en las cañas de las constantes alabanzas actuales, no se siente especialmente motivado por el hecho de volver al lugar donde tocó fondo como sevillista: "Me motiva como cualquier partido, si el míster cree oportuno ponerme iré a por todas. Sólo hay que pensar en ir partido a partido, ahora mismo es nuestra siguiente final". Pero, eso sí, reconoce que su actitud es otra y eso ha sido clave para que ahora sea un futbolista tan reclamado y no sólo por sus goles: "No lo he analizado, pero sé que no hay que pensar en otra cosa que no sea ayudar al equipo. Antes quería demostrarlo todo en poco tiempo. Con la confianza las cosas van a salir solas. Uno de mis errores del año pasado fue querer hacerlo todo en tan poco tiempo. Me cargué yo mismo de mucha responsabilidad, que no tenía por qué tener, pero pequé de joven, de no tener esa experiencia para saber afrontarlo. Ese año me sirvió para estar mucho más sereno ahora, y para crecer en ese sentido, como futbolista, y como persona también", añade para darle más trascendencia a su positiva evolución como sevillista.
Quizá también le haya ayudado a madurar su anunciada paternidad. Para febrero espera su primer hijo y ya le ha podido dedicar a su mujer encinta un bonito gol, el que le hizo al Valencia, muy similar al del Karpaty: dos zurdazos de precisión y convicción: "No eran fáciles, no tenía mucho ángulo. Ante el Karpaty el portero no estaba en la portería, pero el día del Valencia sí estaba. Otras veces le pegas y se te va la pelota al lateral de la red o la para el portero y en ese momento entró, llevaba un minuto en el campo y fue bonito, porque saltar al campo y hacer el 1-0, cuando el partido estaba un poquito atascado, es como si se hiciera la luz".
Con esa convicción y esa madurez, y con total serenidad, espera la decisión de Gregorio Manzano sobre quién será titular mañana en la punta del ataque. "Eso ya es cosa del entrenador. Estamos trabajando los tres muy bien, el equipo está haciendo las cosas como el míster quiere y vamos a intentar responder en el campo", dice en un nuevo paso de lo individual a lo colectivo, el camino que escogió para sacar lo mejor de sí.
Actualmente, es el delantero más en forma del Sevilla, y no sólo porque, con sus siete tantos, sea el máximo artillero. Sobre todo por la generosísima actitud y la serenidad que muestra en cada partido. Por su trabajo en la presión, por enfocar los partidos como una guerra colectiva y no individual, por su generosidad para ofrecerse y mirar al compañero... Es como si fuera otro Negredo, pero es el mismo.
El propio futbolista reconoce ese cambio, cuando se le recuerda aquel aciago encuentro. "No fue una de mis mejores noches. En una falta me metí el gol en mi propia portería, y luego llegó la expulsión. Era otro momento, han pasado muchas cosas desde entonces y espero que todo haya cambiado; todo va de otra forma. Voy con muchas ganas de demostrar allí que sigo en la buena línea que está teniendo el Sevilla ahora", dice pasando rápidamente de lo individual a lo colectivo, sin darse importancia.
Su regreso a La Romareda se produce 270 días después del referido encuentro. No ha pasado tanto tiempo y parece que él mismo, que entonces vivió la primera de sus tres expulsiones, se haya dado la vuelta como un calcetín. La afición y la prensa coinciden en reclamarlo como el delantero más útil para el equipo, sobre todo fuera de casa. ¿Tanto ha cambiado en tan poco tiempo? "Yo creo que han cambiado muchas cosas. Ahora me están saliendo bien las cosas. Y no está entrando sólo la pelota, sino que estoy intentando dar asistencias, estoy intentando jugar más con los compañeros. Me siento mucho más cómodo en ese sentido y espero que todo siga bien", dice esperanzado.
Aun reconociendo su patente mejoría, con la que ha convertido las lanzas de las críticas con las que acabó el curso pasado en las cañas de las constantes alabanzas actuales, no se siente especialmente motivado por el hecho de volver al lugar donde tocó fondo como sevillista: "Me motiva como cualquier partido, si el míster cree oportuno ponerme iré a por todas. Sólo hay que pensar en ir partido a partido, ahora mismo es nuestra siguiente final". Pero, eso sí, reconoce que su actitud es otra y eso ha sido clave para que ahora sea un futbolista tan reclamado y no sólo por sus goles: "No lo he analizado, pero sé que no hay que pensar en otra cosa que no sea ayudar al equipo. Antes quería demostrarlo todo en poco tiempo. Con la confianza las cosas van a salir solas. Uno de mis errores del año pasado fue querer hacerlo todo en tan poco tiempo. Me cargué yo mismo de mucha responsabilidad, que no tenía por qué tener, pero pequé de joven, de no tener esa experiencia para saber afrontarlo. Ese año me sirvió para estar mucho más sereno ahora, y para crecer en ese sentido, como futbolista, y como persona también", añade para darle más trascendencia a su positiva evolución como sevillista.
Quizá también le haya ayudado a madurar su anunciada paternidad. Para febrero espera su primer hijo y ya le ha podido dedicar a su mujer encinta un bonito gol, el que le hizo al Valencia, muy similar al del Karpaty: dos zurdazos de precisión y convicción: "No eran fáciles, no tenía mucho ángulo. Ante el Karpaty el portero no estaba en la portería, pero el día del Valencia sí estaba. Otras veces le pegas y se te va la pelota al lateral de la red o la para el portero y en ese momento entró, llevaba un minuto en el campo y fue bonito, porque saltar al campo y hacer el 1-0, cuando el partido estaba un poquito atascado, es como si se hiciera la luz".
Con esa convicción y esa madurez, y con total serenidad, espera la decisión de Gregorio Manzano sobre quién será titular mañana en la punta del ataque. "Eso ya es cosa del entrenador. Estamos trabajando los tres muy bien, el equipo está haciendo las cosas como el míster quiere y vamos a intentar responder en el campo", dice en un nuevo paso de lo individual a lo colectivo, el camino que escogió para sacar lo mejor de sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario