UEFA: FK Karpaty 0-1 Sevilla FC

El Karpaty desde un principio destapó sus intenciones. Cuando sus jugadores agarraban el cuero mandaban un pelotazo largo y todo el equipo salía en tromba al ataque, mientras las alejadas gradas del Ukranya Stadium, separadas del campo por una pista de tierra -nunca de atletismo- se echaban al césped y dejaban sentir su aliento. Se trataba de intimidar y en cierta medida se conseguía, porque el Sevilla en los primeros minutos titubeó, aunque siempre se sostuvo con Escudé y Cáceres muy seguros en esas primeras jugadas dudosas que pueden costar caro. No obstante, con el paso de los minutos la intensidad local decreció y el Sevilla se fue haciendo con el mando, creando mucho peligro a balón parado. En el minuto nueve Escudé conectó un cabezazo al larguero y poco después fue Cáceres el que de nuevo al bote de una falta de Guarente rozó el primero. El encuentro tomaba claro color nervionense. El Sevilla dominaba y cuando no lo hacía salía rápido, con Konko muy activo en la diestra. Daba la sensación de que el choque estaba a sólo un paso. Básicamente, había que cogerlo.

Y el paso se dio en el minuto 34, cuando Perotti sacó un córner, Escudé lo prolongó hacia atrás y entre todas las cabezas apareció en la gélida noche de Lviv la de Frederic Kanouté, que hundió sin piedad la redonda en la red. El gol andaluz dejó tocados a los ucranianos, que pese a ir perdiendo no variaron su mecánica de juego. La tónica fue la misma. Balonazos largos en busca del error de los zagueros sevillistas... pero el error no llegaba, porque Escudé y Cáceres estaban intratables, colosos en una noche donde la situación, por lo físico del envite, lo requería.

En la segunda parte el Sevilla salió dispuesto a machacar, muy incisivo por la izquierda, donde Perotti dispuso de varias acciones claras. Kanouté también tuvo la suya, tras crear de un balón escorado en el área una jugada de peligro, después de pisar el balón con la clase que sólo tiene él y unos pocos privilegiados. Sonrojado por el empuje sevillista el Karpaty tiró de amor propio y se estiró hacia arriba, por primera vez asumiendo el choque del encuentro, ayudado por la entrada de Kuznetsov, un punta tanque, presumiblemente titular, que echó arriba las huestes locales. Precisamente este ariete tuvbo la mejor de los suyos, cuando se aprovechó de un mal blocaje de Palop, apareciendo providencial Escudé, que con una nueva acción ratificaba un partidazo quizás justo cuando más lo necesitaba.

Y en esas se desarrolló el choque hasta su final, con el Karpaty apretando con corazón y poco criterio y el Sevilla bien replegado esperando su oportunidad, ya con Romaric en el campo por Kanouté, para ganar presencia en la medular y evitar sobresaltos, y más tarde con Luis Fabiano, que sustituyó a un Negredo que batalló como el resto, en un choque que exigía precisamente eso. Ninguno de los dos pudo aportar demasiado, como tampoco José Carlos, que salió en el tramo final por Guarente, porque el encuentro ya estaba para dormirlo y cerrarlo con llave hasta el final. El choque, en definitiva, acabó siendo lo que quiso el Sevilla, que con inteligencia supo aguantar el resultado y contener los espasmos ofensivos, porque se trataban ciertamente de espasmos y no de jugadas elaboradas, del Karpaty.

La victoria fue justa y muy sufrida. Lo mejor fue que el Sevilla siempre dio sensación de tener los tiempos del choque controlado, desde el principio hasta el final, sobre todo con el marcador en ventaja. El equipo exhibió el oficio que quizás faltó el domingo. Pero nunca es tarde y sacó su espíritu en una noche congelada que requería briega y sudor. Poco más de un mes después de la desesperanzadora derrota en el Sánchez Pizjuán ante el PSG, el panorama en la Europa League vuelve a ser cálido y esperanzador para un equipo que si se muestra serio se antoja un hueso muy duro de roer.

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Negredo: 5. Lucha, sacrificio y poco más.

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